Capitalismo y Subjetividad: el lugar del analista/psicoanálisis
- Natalia Sobarzo Islas
- 2 mar 2022
- 8 Min. de lectura
En este articulo se indaga acerca del sistema capitalista como sistema estructurante de la subjetividad, realizando una aproximación al lugar del psicoanálisis y del analista en el discurso capitalista según la teoría desarrollada por Jacques Lacan, para dar cuenta de la importancia del amor en la creación del vínculo social.
En la sociedad actual, vivimos en un mundo cada vez más homogéneo y menos igualitario, donde el sistema operante es el capitalismo, con su empuje mercantilizador, donde todo se hace equivalente como mercancía, y todo funciona mediante la ley del capital, e incluso la terapia se vende como un bien de consumo, es decir, la condición omnicomprensiva universal y abstracta convierte todo en equivalente-intercambiable, como señala Alemán (1998), todo se hace disponible como mercancía, aumentando incluso las teorías post-freudianas que atienden a las actuales demandas de rapidez y eficacia, buscando modificar el comportamiento y la estructura de personalidad del paciente mediante la utilización de la relación analista-analizado, encajando en la promesa de la sociedad capitalista que implica que esté todo disponible aquí y ahora, donde no habría razón para esperar.
Ruptura del psicoanálisis y la universalización de la condición estructurante de la abstracción capitalista
Nos encontramos por tanto paradójicamente con la universalización de una condición estructurante que es la de la abstracción capitalista, que todo lo convierte en mercancía, donde el único valor es el cambio, lo que debilita las estructuraciones sociales mediante el empuje hacia la fragmentación y el cambio continuo, como ideal a alcanzar, entonces la pregunta que moviliza al discurso científico ya no es la verdad, sino la utilidad, como señala Bilbao (2014), donde el Estado pierde su capacidad reguladora y el saber se comercializa, no teniendo su fin en sí mismo, sino subordinado al capital, pero el psicoanálisis, en cambio, actuaría como una herramienta de transformación que se propone cambiar el estado de las cosas, ya que las principales problemáticas actuales y los ideales son organizados y puestos en funcionamiento por el Otro.
Es decir, la ciencia moderna intenta suturar al sujeto, intentando borrar la verdad subjetiva como explica Bilbao (2014), mientras que el psicoanálisis intenta restituir esa verdad. Entonces el discurso capitalista sitúa al individuo solitario en su goce, a través del consumo de los objetos que le ofrece el mercado para satisfacer sus deseos y así alcanzar la completud de su subjetividad, como indica Ema (2009), nunca es suficiente para satisfacer nuestro deseo, y nos obliga a seguir buscando en el mercado lo que todavía nos falta, surgiendo un nuevo producto como muestra de nuestra próxima necesidad, como señala Bilbao (2014) esa evanescencia del deseo, sería una quimera que nos cofunde y moviliza una y otra vez.
El sistema capitalista propone la universalidad de la técnica, lo que es tan común hoy en día, las especialidades en distinta áreas, como señala Assef (2010), es decir, terapeutas especialistas en ciertos síntomas sostenidos por el mercado proponiendo un modelo receta, como señala Chesterton
“el especialista es aquel personaje que sabe cada vez más de cada vez menos, a tal punto que conoce tanto de tan poco, que sabe casi todo de casi nada” (Assef, J. 2010)
Es decir la estandarización de la sociedad que anula completamente al sujeto moderno, haciéndolo objeto de una realización salvaje del fantasma como goce de Otro, perdiendo su subjetividad, como señala Gallano (2008), se condena a no poder saber nada de la verdad de lo que se hace.
En cambio el psicoanálisis propone nuevos desarrollos teóricos, pero no como el ideal de la “novedad mercantilista”, tiene algo diferente para ofrecer al mercado, para ofrecer frente al Otro, que es la no universalización del deseo, porque conserva la subjetividad, y esto es lo que intenta rescatar el psicoanálisis, porque cada sujeto tiene una posición particular que lo distingue, y esa pura diferencia es lo que se busca analizar en cada sujeto, es decir, como menciona Assef (2010) eso que lo hace único y digno de su condición, pero se entiende que no es posible reconstruir al sujeto completo, porque este no lo es, como señala Lacan (2008), la completud es un espejismo, ya que el psicoanálisis da cuenta que el sujeto es incompleto, que esta castrado a nivel simbólico, y el ideal de la cura es que el sujeto reconozca que está en falta, que su deseo jamás será satisfecho.
El bien decir como ética del psicoanálisis
Lacan habla acerca de la ética del psicoanálisis como la ética del bien decir, pero esta no puede referirse a la búsqueda del ideal del Bien, sino más bien se remite a la experiencia del sujeto, por tanto ¿Qué quiere decir?, bueno, según Laurent (1999) se trataría del bien decir que condice con el saber inconsciente del analizado, cuya norma está en el analizado y por tanto no es universable, es decir se inscribe en la estricta relación entre acto y deseo, apuntando a interrogar al sujeto por el deseo en los actos que éste realiza. Señala Lacan (2009), que el analista que quiere el bien del sujeto repite aquello en lo que ha sido formado y que la más aberrante educación no ha tenido nunca otro motivo que el bien del sujeto, pero cuando el analista comprende lo que trae el sujeto, actúa por compasión, lo que lo lleva a querer hacer sentir mejor al analizado, y esa respuesta dada en función de las buenas intenciones del analista corre por vía de la ideología, desconociendo la demanda del sujeto en análisis.
Hoy en día, nos damos cuenta como nos constituimos en tanto subjetividades deseantes, asfixiados por la obligación de gozar y de ser felices en todo momento como dijo Saint-Just, la felicidad se ha convertido en un factor de la política, es decir algo social, por tanto, el buscar una camiseta de hombre feliz es perder el tiempo y debe evitarse por los males que propaga, ya que es sabido que no hay tal felicidad, porque el sujeto esta siempre en falta. Pero continuando con lo habla Lacan, es sin duda en la relación con el paciente donde el analista debe tomar su nivel operatorio por medio de una demanda del paciente, al que responde a medida de la experiencia a la que el sujeto podrá acceder.
El amor como principio para una práctica política enfrentada al capitalismo
Lacan afirma que esta por formularse una ética que integre las conquistas freudianas sobre el deseo, para poner en su cúspide la cuestión del deseo del analista y frente al mandato de la felicidad, el amor seria el vínculo que clausura la alteridad, que podría verse como un principio para una práctica política enfrentada al capitalismo. Entonces ¿Cuál sería la posición del analista ante estos sujetos que son presos de un goce ligado a los imperativos del sistema capitalista, donde su síntoma no se subjetiviza?, por tanto es en estos puntos donde va a estar destinado las acciones del analista, al situarse ante sujetos efectos del discurso capitalista.
Los analistas se olvidan de pensar, porque buscan comprender, como refiere Lacan (2009), por tanto el pensamiento de los analistas es una acción que se deshace, cuando es bien sabido que el analista es el hombre a quien se le habla libremente, que está ahí para eso, pero el procedimiento del análisis es más allá del discurso donde se acomoda nuestra acción de escuchar, ya que lo que escucho es de entendimiento, y el entendimiento no nos obliga a comprender. Un analista escucha, entiende, pero no comprende, porque comprender lo hace cualquiera, si comprende seguro puede dar respuesta a lo que el analizado trae, justamente es lo que se hace en las conversaciones que transcurren afuera del espacio analítico.
El analista calla, frustra al hablante, ¿Por qué? Se preguntaran, porque, si lo frustra, significa que pide algo, pide que le responda, pero él sabe bien que no serían más que palabras, como las que puede obtener de quien quiera. No pide palabras, pide por el hecho de que habla una demanda intransitiva, es decir una demanda implícita (inconsciente) que no supone ningún objeto, y que solo tiene la vía de la palabra para ser formulada, porque la palabra moviliza la humanidad, y llama una respuesta, por tanto lo que busca el sujeto en la palabra es la respuesta del Otro.
Pero la demanda intransitiva, puede esperar, porque su demanda presente no tiene nada que ver con eso, incluso no es la suya, porque después de todo es el analista quien le ha ofrecido hablar, es decir el sujeto solo está aquí transitivo. Por tanto tenemos el ser del analista, cuyo destino es hablar, pero calla, para que el otro ser, el analizado, pueda desplegar su habla y así vehiculizar su demanda.
Lacan (2009) termina diciendo que ha logrado lo que en el campo del comercio quisieran poder realizar tan fácilmente, es decir con oferta ha creado la demanda.
El sujeto no ha hecho nunca otra cosa que no sea demandar, no ha podido vivir si no por eso, y es por esta vía que puede realizarse la regresión analítica y como en efecto se presenta, y es por tanto en este punto donde se deja ver aquello que quizás es lo fundamental en el análisis, el amor (Lacan,2009). El amor es dar lo que no se tiene, y que el sujeto analizado puede esperar que se le dé, puesto que el psicoanalista no tiene otra cosa que darle, por tanto, es el analista el que está en posición de dar ese amor que es una nada, es más, es lo único que el analista tiene para dar, pero incluso esa nada, no se la da, y es mejor que sea así. Por ende del lado del analista queda la posición de amante y a toda costa el analizado trata de insertarse en el lugar de amado.
El analista amante, al no dar ese amor que le es demandado lleva al sujeto al reencuentro con los significantes retenidos de su experiencia de frustración, como indica Lacan (2009), es decir el analista es aquel que resiste la demanda, no como suele decirse para frustrar al sujeto, sino para que reaparezcan los significantes en que su frustración esta retenida; sin embargo, hay algo que el analista da, y es su presencia, pero esta no es en primer lugar sin la implicación de su acción de escuchar, la cual no es sino la condición de la palabra, por tanto es mas tarde cuando su presencia será notada. Desde aquí Lacan (1999) propone al deseo del analista como herramienta que permite la vertiente libidinal, planteado que el deseo del analista, es un deseo impuro, que se abstiene del furor curandis, de responder a la demanda de amor.
Finalizando, el capitalismo propone un tipo de experiencia marcada por el individualismo y promueve la ocultación de cualquier límite subjetivo bajo la promesa del completamiento mediante los objetos (mercancía), pero el psicoanálisis actuaría como una herramienta de transformación que conserva la subjetividad del sujeto, por tanto, las acciones del analista estarán destinadas a situarse ante sujetos efecto del discurso capitalista, pretendiendo restituir la verdad, aquello que resulta penoso para el analizado (la palabra plena) y es aquí donde el analista debe tomar su nivel operatorio por medio de la demanda del paciente, a partir de su propio ser, no desde la teoría o el conocimiento, estando en la cúspide la cuestión del deseo del analista.
Para terminar, Lacan (1972) refiere que: el discurso capitalista deja de lado las cosas del amor, que es lo que hace posible el vínculo social.
Referencias
Alemán, J. (1998). Lacan: Heidegger. El psicoanálisis en la tarea del pensar. España: Miguel Gómez Ediciones.
Assef, P. (2010). El psicoanálisis frente a la actualidad. Algunas puntualizaciones acerca de los principios que orientan una praxis. Astrolabio, (1).
Bilbao, R. (2014). Transformaciones sociales y subjetividad: Del malestar de la restricción hacia el mall-estar del exceso. SUMMA psicológica, Universidad Santo Tomas, Chile.
Ema, J. (2009). Capitalismo y subjetividad. ¿Qué sujeto, qué vínculo y qué libertad? Psicoperspectivas, VIII (2), 224-247.
Gallano, C. (2008). Patologías del acto. Inédito Jornadas de la Asociación Brasilera de los foros del campo Lacaniano.
Gutman, H. (2012). El discurso capitalista y la causación del sujeto, sus manifestaciones en la clínica. Revista Borromeo (3).
Lacan J. (2012). Seminario XIX: O peor [1971-1972]. Argentina.
Lacan J. (2009). Escritos 2: La dirección de la cura y los principios de su poder. Argentina: Ed. Paidós.
Lacan J. (2008). Escritos 1: Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis. Argentina: Ed. Siglo Veintiuno Editores, SA.
Lacan J. (1999). Seminario IX: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Argentina: Ed. Paidós.
Lacan J. (1972). Del discurso Psicoanalítico. Conferencia en Milán, 12 de mayo de 1072.
Laurent, E. (1999). Posiciones femeninas del ser. Argentina: Ed. Tres Haches.
Otón, M. (s.f.). El discurso del capitalismo en la teoría de Jacques Lacan Universidad de la Republica Urugay.
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